viernes, 4 de marzo de 2016

De "Vertigo" a "El fantasma de la libertad"



*Fragmento*

(...) hay una doble naturaleza en Judy/Madeleine, que es la doble naturaleza del espectro (ser uno y ser otro), y cuando Scottie mira a Judy pero ve a Madeleine se trata de una manifestación típica del espectro. Pero se puede llevar un paso más allá este pensamiento, y la clave para ello está, una vez más, en esa especie de binomio escatológico de Hitchcock que fue Buñuel.

En la citada Cet obscur objet du désir, Mathieu (de nuevo Fernando Rey en el papel del eterno frustrado) ha dejado de ver el principio dialéctico del signo; de hecho, es un falso principio dialéctico, las dos actrices que interpretan a Conchita, ya definitivamente sin relación: Carole Bouquet y Ángela Molina se suceden invariablemente, alternándose a tenor de una indescifrable lógica interna (un anti-Principio de Identidad), pero ninguna parece necesariamente conducir a o ser un reflejo de la otra. Por más que aún mantengan ciertos signos reconocibles y compartidos (la misma madre, la misma ropa, el mismo hogar...), son dos mujeres totalmente inatingentes. Son símbolos de sí mismas, escindidas ya plenamente de su alter ego-referente. (Judy/Madeleine eran dos divisiones de un mismo todo; pero Conchita/Conchita son dos todos de una misma división.) Sin embargo, el equívoco de identidades permanece todavía ignoto en el caso de Conchita/Conchita, hay algo que rehúsa ser explicado cabalmente, que rehúsa ser tesis, antítesis o síntesis. Donde Judy/Madeleine coincidían dialécticamente era la causa de deseo en Scottie; pero donde Conchita/Conchita divergen en esa otra cosa extraña, que no se puede identificar, es precisamente donde se reactiva la causa de deseo en Mathieu. 

[...]

Tal vez ese anti-Principio de Identidad, que tanto exploró Buñuel en sus películas, encuentra su mejor exposición en Le fantôme de la liberté (1974), en concreto, en las dos secuencias finales de la película: la secuencia de la niña desaparecida y la secuencia del prefecto de policía. (...) En esa secuencia memorable, los padres reciben una llamada de la escuela comunicándoles que su hija ha desaparecido; los padres acuden de inmediato y la directora de la escuela les muestra cómo la niña, a pesar de hallarse esta misma allí presente (la niña incluso se acerca a tironear la manga de su madre, a lo que ésta replica que no moleste), ha sido declarada oficialmente desaparecida. La situación se repite en la comisaría, donde la niña es sometida a examen visual por parte del comisario y un agente: la miran, la escrutan, toman nota de sus medidas y características físicas, cabello, ojos, ropa, etc, y proceden a tramitar orden para que se busque a la niña “por todo París”. (Tal vez a esto se refiere Rancière cuando habla de la “archi-semejanza” como un concepto-corpóreo que se ha desprendido de su imagen y de su identidad.) La secuencia del prefecto de policía, por su parte, parece un antecedente de la ambivalente Conchita/Conchita, pues a su vez lo interpretan dos actores (Julien Bertheau y Michel Piccoli), aunque esta posibilidad de ambivalencia-discordante, de símbolo que se ha enajenado de sí mismo, queda en un segundo plano debido a las derivas impredecibles del guión (en Le fantôme, los “dos prefectos” interactúan y hasta comparten una escena juntos, mientras que las dos Conchitas de Cet obscur objet nunca llegan a encontrarse, son líneas paralelas euclidianas que no se tocan). La auto-referencia se cumple absolutamente, por decirlo así, en el caso de la niña “desaparecida” de Le fantôme, donde ya no hay identificación alguna entre la “cosa” y la “idea”


Fragmento de Anti-Éxtasis; IX, "Más allá de la cultura del simulacro"