*Fragmento(s)*
No se trata pues de
reivindicar una presunta objetividad del arte frente a los datos espectrales,
ni de recuperar una vetusta superioridad moral de la estética frente a la
amoralidad de los simulacros, cuando es evidente que los límites entre la
estética y los procedimientos de la midcult o la industria cultural
son difusos, pero sí parece oportuno tener en cuenta que la industria de la
imagen vive en gran medida gracias a una mercantilización de la imagen per
se, del comunicado semiótico per se, y que esta nueva mercancía es
generada a su vez en los sujetos-productores de signos: es la propia mirada el
producto bruto que se contabiliza entre los subtotales y beneficios.
La mirada es la mercancía fetiche definitiva.
La mirada es buscada,
concitada, seducida, y en último término producida como engranaje
constituyente y/o ganancia de la máquina capitalista. Como en un delirio
hiperanabolizado de la contemplación plotiniana en torno a la perfección de lo
divino, la contemplación del Espectáculo (forma secular del Bien y del Uno)
engendra a su vez “actividad y producción”, se constituye en el “motor inmóvil”
productor-de-mirada.
Fragmentos de Anti-Éxtasis; I, "Miradas al espectro"
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