lunes, 18 de enero de 2016

"Finally born"




*Fragmento*


En la escena final de Shadow of the Vampire se condensan todas las claves del trastorno autorreferente. [...]  

Nosferatu está chupando la sangre de su compañera de reparto cuando unos golpes en la puerta lo sorprenden. El vampiro se da media vuelta, camina confundido hacia el foco de luz que lo ilumina. Por un momento se queda mirándolo fascinado, pensando que ese sustituto de la realidad, el foco, es en realidad el sol. La irrupción repentina de la realidad (la verdadera luz del sol) desintegra a Nosferatu no por una tácita fidelidad al mito original del vampiro, sino porque su existencia sólo es posible en la hiperrealidad de los focos, la realidad del cine. [...] 

El Murnau de Merhige viene a dar muerte así a la idea más sublime, pero por ello también la más infame, y que constituye la ecuación común a la religión y la filosofía: la consistencia de un ser deseante, la existencia de un objeto de deseo. […] En esa asombrosa escena final de Shadow of the vampire, en que la realidad captada por el objetivo se disuelve en una sangría psicodélica de celuloide, la sed eterna de Nosferatu se desvela definitivamente como lo que es, como un imposible, como una monstruosidad y una aberración de lo que existe. […] 

Así, en esa escena final de Shadow of the Vampire, Murnau [Merhige] ha captado con su cámara el anti-éxtasis intuido (la muerte del deseo). No puede contemplarse sino con pavor la aparición de este anti-éxtasis que es el meollo mismo del deseo --y no era sino pavor lo primero que sentía Sigfrido al ver "aquello" que yacía tras el velo de fuego; al encontrar allí la alteridad absoluta del ser impávido y silente--. "Dios no estaba allí", podríamos decir, un instante antes de volver a cerrar la puerta al anti-éxtasis y regresar así al tranquilizador territorio de las fantasías, los espectros, el erotismo...


Fragmento de Anti-Éxtasis; II, "Deseo eterno, deseo de nada"

No hay comentarios:

Publicar un comentario